“Las características y peculiaridades del sonido dependen básicamente de nuestra posición corporal respecto al instrumento y de una escucha consciente.”
Una
entrevista de Pablo Rioja
La
guitarrista Avelina Vidal compagina desde hace cuarenta años su actividad como
intérprete, en la que destaca como una de las principales especialistas en
música contemporánea de nuestros días, con una intensa labor docente que ejerce
en el Conservatorio Profesional de Música “Teresa Berganza” de Madrid y en el
Curso Internacional Ex Corde. Los días 30 y 31 de enero impartirá el curso
“Didáctica de la guitarra: la primera etapa en la formación instrumental” en
CEPIC, Madrid.
El próximo mes de enero impartirás
en CEPIC un curso sobre la didáctica de la guitarra en la primera fase de la
formación instrumental. ¿Cuáles son para ti las prioridades en esta etapa?
Para
mí son importantísimas una correcta posición corporal y una buena educación
auditiva. Me gusta mostrar a los alumnos que las características y
peculiaridades del sonido dependen básicamente de nuestra posición corporal
respecto al instrumento y de una escucha consciente. De la misma manera, creo
que es fundamental transmitir que tocar un instrumento es algo lúdico que a la
vez requiere responsabilidad. Es decir, un gran placer que hay que cuidar y
desarrollar.
¿A qué edad te parece adecuado
comenzar a aprender a tocar la guitarra?
A
cualquiera, siempre que se cuente con el instrumento, el profesor y el ambiente
adecuados. Yo nunca he enseñado a niños por debajo de cinco años pero creo que
el único problema importante puede ser la falta de madurez física que, no
obstante puede suplirse con un trabajo adecuado para sentar bases sólidas sobre
las que construir el futuro edificio musical. A través de sensaciones y no
de conceptos se pueden abordar estas
primeras etapas de la manera que plantean Reinhard Leben y Klaus Prasuhn en su
libro titulado Lass uns Gitarre spielen
o siguiendo el método Suzuki. Llevaré al curso el libro de Leben y Prasuhn para
que lo analicemos.
¿Crees imprescindible que los niños
que comienzan a estudiar guitarra se dejen las uñas largas para explicar la
pulsación de la mano derecha?
Yo
prefiero trabajar con uñas desde el principio. La uña no debe ser muy larga
para evitar que pulsen con los dedos estirados y obtengan un sonido poco
robusto. Puesto que la uña es el cuerpo
duro que hace que la cuerda salte y se ponga en vibración, es evidente que
considero importante contar con ellas. Además, si solamente hay yema, no puedo
trabajar distintas calidades del sonido, algo que les atrae de manera especial
y para el alumno es más fácil tocar con uñas porque requiere menos esfuerzo.
¿Cuál crees que es la mejor manera
de comenzar a pulsar con la mano derecha, apoyando o tirando?
En
los comienzos de mi actividad como profesora dedicaba mucho tiempo a la
pulsación apoyando antes de introducir la pulsación tirando. Ahora, y desde
hace muchos años, empiezo con la pulsación apoyando porque creo que la mano
está más sujeta, pero desde el principio, o al cabo de muy poco tiempo, la
simultaneo con la pulsación tirando con la mano fija sobre las cuerdas. Esto es
algo que aprendí de Eliot Fisk cuando estudié con él en Viena y debo decir que
me funciona muy bien. Hablaré de este “truquito” en el curso.
¿Qué podemos hacer para que el
principiante no adquiera tensiones innecesarias en su relación con el
instrumento?
Ante
todo estar muy atentos a la utilización que hace de su cuerpo a la hora de
tocar. Una vez explicadas las pautas elementales de trabajo, el profesor debe
estar constantemente pendiente de la acción conjunta y particular del cuerpo
del alumno en la acción de tocar. Yo hago que el alumno bascule su tronco sobre
los isquiones, que se mueva… trabajo mucho para que sienta que el cuerpo tiene
una posición firme pero no estática ni rígida. Esa sensación pasará
progresivamente a las manos. En
concreto, para la mano izquierda funciona muy bien trabajar con sonidos
apagados. En el curso explicaré un ejercicio muy sencillo y útil que suele
divertir a los pequeños.
El
problema es que a veces en los conservatorios hay demasiada prisa por abordar y
cumplir con un programa de repertorio. Deberíamos tener la libertad de no hacer
estudios complicados hasta que el alumno hubiera asimilado bien esa base, pues
de lo contrario hay que volver a empezar una y otra vez con este trabajo. Sin
embargo el repertorio también tiene su lado positivo, pues le ayuda a medirse
con los demás y consigo mismo. Realmente es complicado y hay que tener en
cuenta muchos factores, pues la evolución física y personal no es igual para
todos.
¿Crees que la enseñanza de la
guitarra es suficientemente consciente o que, por lo general, se tiende a
repetir lo que uno ha visto a sus profesores sin una verdadera reflexión?
La
diversidad entre el profesorado es como la de la propia sociedad.
Desgraciadamente sigue habiendo profesores que no se molestan en ampliar
repertorio, que no se plantean determinadas cosas, que no se cuestionan día a
día su trabajo. No reconocen, como debemos hacer todos, lo poco que sabemos.
Cada alumno es diferente y uno intenta que todos tengan una base sólida, pero
el mensaje llega de una manera diferente a cada uno. Yo creo que como
profesores deberíamos cuestionarnos todo. Plantearnos cada día al llegar a casa
qué hemos hecho bien y qué hemos hecho mal. Nuestros alumnos no pueden nutrirse
solamente de lo que sabemos cuando terminamos la carrera. Tenemos que estar
continuamente innovando porque ellos pertenecen a una sociedad diferente de
aquella en la que crecimos nosotros.
¿Cómo trabajas para evitar el miedo
escénico en tus alumnos?
Realmente
el miedo escénico no existe. Me explico: no debería existir si los pasos de los
que hemos ido hablando a lo largo de la entrevista se han hecho progresivamente
y sobre una base sólida. Si el alumno al tocar en público une el rigor y el
placer que le proporciona tocar, ese miedo no aparece. Sólo lo hace cuando
alguno de esos factores no están en su sitio, cuando la responsabilidad le
supera porque hay algo que no tiene bajo control.
Los
verdaderos problemas aparecen en aquellos alumnos que carecen de todo ese
trabajo previo que se hace desde la niñez. Cuando se encuentran en un nivel
profesional o superior enfrentándose a un repertorio técnica y musicalmente muy
complicado y sin armas suficientes para defenderse. Es entonces cuando surge el
miedo al fracaso y en muchos casos, desgraciadamente, el propio fracaso.
En
clase yo trabajo mucho la visualización y la memoria. No es fácil, ya que a
veces les cuesta comprender que una buena visualización soluciona los problemas
mucho antes que cien intentos fallidos. Afortunadamente el éxito les sorprende
y pronto adoptan este recurso como norma. Experimentan por sí mismos la
seguridad que da el trabajo consciente donde cuerpo y mente van a la par camino
del éxito. También les ayuda mucho tocar de memoria porque así tienen la
sensación de que la obra es suya, de que pueden controlar todo.
¿Cuáles piensas que son las
carencias más habituales en la educación de los jóvenes guitarristas?
El
principal problema que tienen nuestros alumnos es la falta de tiempo. En los
estudios de Enseñanza Profesional habría que hacer mucho repertorio, algo muy
importante en esta fase del desarrollo del músico. En este momento en que el
cerebro aprende rapidísimo, el conocimiento del repertorio potencia la lectura
y abre las puertas a la diversidad de estilos. Pero nuestros alumnos están en
el instituto, o a veces incluso
simultaneando los estudios musicales con otra carrera, y unen a la falta
de tiempo la poca capacidad de organización.
Otro
aspecto que también me preocupa en este estadio de la formación es la escasa
cultura musical y general que tienen, la poca curiosidad por asistir a
conciertos,… Afortunadamente hay muchas excepciones.
Desde el comienzo de tu carrera te
has dedicado especialmente a la música contemporánea. ¿Cómo introduces a tus alumnos
en este tipo de música?
Con
los más pequeños no es un problema, sobre todo si en su casa no hay unos gustos
ya adquiridos sobre un determinado estilo de música. El niño suele ser curioso
y disfrutar de la experiencia de producir sonido. Descubrir que una guitarra es
una caja de sorpresas acústicas suele gustarles. De ahí a la notación
específica sólo hay un paso. Llevaré al curso algunas piezas de Hans Brüderl
que son muy útiles en este sentido.
Las
dificultades aparecen realmente con aquellos alumnos que tienen una idea
prefijada sobre lo que debe ser una obra del repertorio guitarrístico o de
cualquier otro instrumento, por eso yo intento que abran sus mentes y sus oídos
desde los primeros cursos. No puedo decir que lo consiga siempre, pero hoy por
hoy me siento muy orgullosa de los alumnos que tengo actualmente en Profesional
y que han trabajado conmigo desde el principio; ¡saben apreciar el valor del
sonido en diversos contextos!
Por
otro lado, elaborar el programa del curso siempre es complicado si se quiere
abordar todos los estilos, pero de una u otra forma siempre encontramos un
hueco para la música contemporánea.
Muchas gracias, Avelina. ¡Qué ganas
de que llegue el curso en enero!
¡Gracias
a vosotros y hasta pronto!